Sunday, October 09, 2005

El artista es el Sujeto Absoluto
Por Arturo Marián Llanos


De niño, yo quería ser cosmonauta, bombero o militar, como todos los niños soviéticos. De mi educación se ocupaba básicamente el estado. A los siete años se acabó el chollo del jardín de infancia y tuve que ir al colegio. Ese mismo primer día de escuela (creo que fue el 1 de septiembre de 1972) convencí a unos cuantos amigos y volvimos a nuestro querido jardín de infancia para pedir nuestra admisión. Ese debió de ser mi primer acto de rebelión: la negativa a crecer.
Como era un niño inquieto y travieso, mis padres se fijaron en que lo único que me calmaba era ponerme delante de unas hojas de papel y unos lápices de colores. Comprobados mis talentos artísticos y tras el oportuno examen, ingresé en la escuela infantil de las Artes Schusev. Eso fue cuando yo tenía doce años. Fue una etapa dura, porque por las mañanas tenía que acudir al colegio normal y por las tardes a las clases de la escuela, donde nos enseñaron las bases del arte académico, el “realismo socialista”. Tras acabar los tres años de estudios en la escuela para niños dotados artísticamente, superé con éxito los duros exámenes de ingreso de la única en la república Escuela de las Artes Riepin, algo así como el equivalente soviético de las Schools of Arts anglosajonas. La carrera duraba cuatro años, pero me tuve que ir al segundo por problemas políticos: dado que en una fiesta soviética oficial organicé un “show” de protesta que estuvo a punto de causar un infarto al Director de la Escuela. Me llamó a su despacho al día siguiente y me dijo aquello de “Marián, o te vas por las buenas, o…”.
En la Escuela de las Artes destacaba sobre todo en composición, la asignatura considerada más compleja de todas. Los profesores me profetizaban un gran futuro como pintor de composiciones complejas, con muchas figuras: pintor-batallista. Uno de mis trabajos fue seleccionado para el Fondo de la Escuela y otro para el Fondo Artístico de la República - un gran honor, se expuso junto con otras en el Museo de B.B.A.A. de la ciudad. Me acuerdo que trataba el tema revolucionario y se titulaba “Fusilamientos en el ”Muro Negro””.
Artísticamente me siento indisolublemente unido al “arte de izquierda” ruso. Ese es el nombre que recibió en Rusia la vanguardia. Espiritualmente me son mucho más próximas su fuerza, su energía, su anhelo de superación frente al tedio postmoderno y al decadentismo de este fin de siglo. Creo en la Revolución, como creían en ella Malévich, Filónov, Popova o Maiakovski. Sobre todo me interesan las investigaciones de los vanguardistas rusos encaminadas a superar la realidad: el hombre no es un fin en sí mismo: “es una flecha lanzada al superhombre” (Nietzche). La primera “ópera” embofuturista rusa , estrenada en 1913, llevaba el significativo título de “Victoria sobre el sol”, es decir, victoria sobre este mundo ordinario, el “mundo de la carne” del que hablaba Malévich. En su “Manifiesto Blanco” de 1918 Kazimir Malévich se exaltaba con la “revolución del puro espíritu”, la revolución del “superhombre”. Declaraba superada la conciencia positivista ordinaria y la llegada de la nueva “conciencia supremacista”, infinita. La vieja lógica, un nuevo mundo libre, el mundo al revés iba a nacer, así se titulaba el poema ZAUM de Kruchionij “Mirskoritsá”. El concepto de ZAUM, realismo transmental o alogismo formal (en pintura) nació hacia 1913, adelantándose también en este caso los artistas y poetas rusos al futuro “automatismo” de los surrealistas franceses. En 1915 Malévich expone cinco cuadros de “realismo ZAUM”, indicando en el catálogo que su contenido “le era desconocido” tal y como indica el propio artista. Sus primeras formas “no objetivas” aparecen ya en 1913 “de forma inconsciente”.
El arte se independiza del mundo de las cosas. El artista, por lo tanto, se acerca al arquetipo del “Sujeto Absoluto”, sujeto sin fronteras. Esta revolución en el arte se relaciona para mí con la revolución interior, la liberación del sujeto del peso del mundo. Este sujeto liberado adquiere una especie de superconsciencia en expansión, la conciencia flotante de la segunda operación de la magia, “trabajo en la fase del agua”, que se desarrolla bajo el sigo de la estrella de cinco puntas - las estrellas de rubí, encendidas sobre el corazón sagrado de Rusia, el Kremlin.
El “artista de izquierda” ruso que más impronta ha dejado en mí es, sin duda, Pável Filánov (1883-1941). Cada cuadro suyo es todo un mundo, vibrante, cargado de las pulsaciones de energía orgánica, caótica.. He incorporado a mi propio método de trabajo sus ideas sobre el arte analítico-intuitivo. Este método exige del artista la concentración intelectual suprema que le sume en un estado específico, situado más allá de la conciencia ordinaria.



"La creación es un factor organizativo, que transforma el intelecto de aquel que creó (o sea realizó) y de aquel que contemplo esa obre de arte, en una nueva forma superior. El resultado de la creatividad activa es la fijación del proceso de la conversión en alguien superior. El resultado del esfuerzo analítico por comprender la obra contemplada equivale a lo mismo”.
(Pável Filónov)

2 Comments:

Blogger Jody Dito said...

Permítame felicitarle Don Arturo

12:08 AM  
Anonymous Anonymous said...

He leìdo dos textos interesantìsimos, se lo agradezco.
diré.
allì donde un indio contempla su mundo, un tal filònov le intuye la màquina. otro cuadro, producciòn.

saludos.

3:44 PM  

Post a Comment

<< Home